Cerca de diez millones de españoles nunca van a ser capaces de entender lo que firman al contratar un Seguro de Autos, cifra que se eleva a dieciséis millones en los condicionados más complejos. Esta es la principal conclusión del estudio realizado por los Colegios de Mediadores para conocer el grado de legibilidad de los condicionados de automóviles.
Las pólizas de seguro son difíciles de leer y casi imposibles de entender. Esta situación no es parte de una estrategia malévola de las compañías sino de un largo proceso de sedimentación. Cuando se mezclan en el mismo recipiente jerga legal, exceso de frases subordinadas, mala puntuación y aumento de la regulación, el resultado no puede ser otro: condicionados densos, inaccesibles para el asegurado medio.
¿Ayuda a usuarios y compañías esta situación? Atendiendo a la alta litigiosidad que padece el sector se observa un aumento del número de sentencias contra las compañías por falta de claridad en los condicionados. Si ponemos el objetivo en el cliente, el propio organismo regulador de seguros europeo, EIOPA, ha señalado que la falta de claridad en los términos de las pólizas, particularmente en las exclusiones, continúa siendo un problema y causa mayor perjuicio al consumidor.
“La solución pasa por la colaboración entre los actores implicados para buscar un redactado donde tengan cabida todos los intereses”
Podría parecer que la Mediación es un beneficiario directo del actual estado de cosas, dado que la complejidad de los textos obliga a recurrir a un profesional que aclare los términos del contrato. Nada más alejado de la realidad. También el agente y corredor es perjudicado al necesitar un tiempo extraordinario para comprender y ejercer su función de asesoramiento.
La solución pasa por la colaboración entre los actores implicados para buscar un redactado donde tengan cabida todos los intereses. Por un lado, están los departamentos jurídicos, sosteniendo que los condicionados son un documento legal que debe presentarse ante un tribunal en caso de litigio. La sobreabundancia de jerga y términos especializados son un elemento de protección puesto que un lenguaje simple abriría las puertas a la ambigüedad y la interpretación. Por otro, el usuario que, aunque en la práctica pocas veces está interesado en leer la póliza, no por ello se le puede privar del derecho de entender lo que ha firmado.
La tarea es ardua, pero no imposible. De hecho, ya existen casos en EE.UU, donde se han establecido criterios de comprensión previos a la autorización de un producto asegurador. Algunos estados exigen un cierto nivel de legibilidad en las pólizas de automóviles y las compañías deben enviar sus puntuaciones de comprensión a la Administración cuando crean nuevos seguros. En Colorado, las aseguradoras no pueden emitir ni renovar pólizas que superen el nivel de lectura del décimo grado -15 años- o que obtengan una puntuación inferior a 50 en la escala de Flesch.