Adrián Herías Fernández (Oviedo, 1990) es Perito de Autos. Entre 2008 y 2009 cursó peritaje en CESVIMAP y en 2014 estudió el Grado Superior de Automoción.
Años después completó su formación en Centro Zaragoza. En 2018 Fundó HRS Peritaciones, SL y Comprobacar, empresa dedicada a la verificación de vehículos usados tanto a particulares como a empresas. Es asociado de APCAS desde 2018.
Mi pasión por el mar viene desde bien pequeño, supongo que tendrá mucho que ver que mi padre fuera capitán de la Marina Mercante. Sin embargo, no han sido los grandes barcos ni los cargueros que se mueven con cansina destreza por los puertos de bellas ciudades como las de la costa asturiana lo que más me atraía.
El tener un taller en Gijón durante cuatro años hizo que empezara a familiarizarme con los motores, a sentir su potencia, a querer alcanzar la máxima velocidad con la adrenalina a tope. Fue determinante para lanzarme al mundo de los rallies, aunque tiempo después lo dejé.
Mi personalidad inquieta y mi amor por el deporte hicieron que hace diez años adquiriera una moto acuática del año 98 que, a día de hoy, podríamos comparar con un Seat 600. Aun siendo sólo de 80 caballos, me permitió comenzar e ir cogiendo destreza sobre las olas. Poco después, ya con una de 300 caballos, empecé a trabajar como monitor en una empresa de alquiler de motos. Aquí mezclaba mis dos grandes pasiones: el mar y la velocidad. Para mí es un deporte superior a cualquier otro porque las motos acuáticas tienen un punto de adrenalina, de potencia y de aceleración que no tienen las de carretera, además, requieren una resistencia y una concentración muy grandes. Todo es muy rápido y, en cuanto te despistes lo más mínimo, tienes el golpe asegurado. Pero es que yo necesito vivir con esa máxima tensión. Soy una persona hiperactiva, tengo que hacer muchas cosas de forma rápida, por tanto, este deporte, que requiere de mí una extrema concentración a una velocidad de vértigo hace que se me pare el cerebro, no piense en nada, sólo en lo que tengo delante. Soy consciente del peligro que esto supone y he tenido más de un susto, pero, aun así, merece la pena este punto de locura.
Y llegó la competición
Cuando daba clases pasaba diez horas diarias de media en el agua, así que, llegó un día que un amigo me dijo, “¿por qué no te presentas a alguna carrera?”. Me dejó su moto, me presenté y quedé tercero en el Campeonato de España de 2020. En 2022 he liderado todas las carreras en el nacional de Portugal proclamándome campeón en 2022. También en 2022 fui subcampeón de Andalucía y cuarto del Campeonato de Europa. Ahora en 2023 he hecho un parón. ¡En los años impares me pasan cosas raras!
Estoy con mucha fuerza preparándome para correr con la Selección Portuguesa en los próximos campeonatos de 2024. Una bandera que llevo con orgullo porque me tratan muy bien en ese país, me patrocinan y cubren los costes de un deporte muy caro que en España no está contemplado.
Mi vida transcurre a toda velocidad, no sólo cuando estoy en el agua. Trabajo durante toda la semana y, cuando llegan las cuatro de la tarde del viernes, salgo con el coche hasta Benalmádena, adonde llego a las 3 de la mañana, dejo la moto en la arena, me voy al hotel y me levanto cuatro horas después para correr. El domingo continúo la carrera y, después de la entrega de premios a eso de las 7 de la tarde, vuelvo a coger el coche para subir hasta Asturias, donde debo empezar con mi trabajo a las 8 de la mañana del día siguiente.
Compaginar este deporte, que es mi pasión, con mi profesión de Perito de Autos es complicado porque debo quitarle horas al sueño sacando tiempo de donde apenas hay y teniendo que costear muchos gastos; sin embargo, necesito vivir con esta adrenalina, saber que viene una carrera, desafiar constantemente mis límites y superarme a mí mismo.
El próximo campeonato es en mayo. Me siento muy fuerte y muy en forma para enfrentarme a la siguiente temporada donde voy a ir a por todo. ¡Quiero volver a ser campeón!
«Para mí es un deporte superior a cualquier otro porque las motos acuáticas tienen un punto de adrenalina y de aceleración que no tienen las de carretera; además, requieren una resistencia y una concentración muy grandes»