Tribuna de Francisco de la Puente, presidente de APCAS

¿Y si reflexionamos sobre los errores?

Francisco de la Puente, presidente de APCAS

Más allá de la muerte, la destrucción, el caos y el estado de necesidad de los afectados causados por la DANA acaecida entre los días 30 de octubre y 4 de noviembre de 2024 en varias provincias españolas y especialmente en la provincia de Valencia, la primera cuestión que nos debemos plantear es no solo la inmensa dimensión de la catástrofe, sino la posibilidad certera de que en un tiempo indeterminado se vuelva a producir un siniestro grave puntual con importante número de siniestros personales y materiales, lo cual es de esperar según lo que se prevé con el cambio climático.

Este planteamiento nos hace reflexionar sobre lo que se he hecho mal por parte del sector asegurador -sin ánimo alguno de polémica- en tres momentos claramente diferenciables: antes de la DANA, durante su ocurrencia y después de la catástrofe.

Si bien la labor del colectivo profesional de los Peritos de Seguros, al que represento, se ha centrado fundamentalmente en el trabajo a realizar una vez acaecida la catástrofe por la falta de contar con este colectivo en la prevención de siniestros, y en ello me centraré fundamentalmente en esta tribuna, hay cuestiones referentes a los momentos previos y durante el acaecimiento de la catástrofe, que pareciendo obvias, siguen sin estar presentes en nuestro quehacer colectivo.

En este sentido, y sin profundizar en ello, parece poco entendible que en unos tiempos en los que la ciencia de la Meteorología ha avanzado de forma notable en la modelización de la previsión del tiempo, cuando la digitalización proporciona nuevas capacidades de previsión meteorológica proporcionando tiempos de preparación posible ante los fenómenos más destructivos, estos no prevalezcan en los sistemas de toma de decisiones por encima de cualesquiera otras consideraciones.

No es posible tampoco que, bien entrado el siglo XXI, no se respeten aún los mapas de las zonas inundables de cada cuenca hidrográfica y se concedan licencias y permisos de construcción en zonas claramente peligrosas, atendiendo a los tiempos de los ciclos de la naturaleza, o se realice obra pública de infraestructuras en terrenos que la naturaleza va a acabar reivindicando más tarde o más temprano, sin atender a criterios que guarden un mínimo respeto a los riesgos potenciales de cada territorio. No es posible, en definitiva, que la especulación, el afán de lucro y la falta de rigor en la planificación pasen por encima de la vida de las personas, de nuestros conciudadanos. A ello se suman una insuficiente valoración de los riesgos a la hora de evaluar la prima de pólizas, y os porcentajes para el Consorcio, sobre los posibles daños a bienes y personas en esas áreas con mayor riesgo de siniestralidad y especialmente en riesgos afectados por el cambio climático.

Hace ya unas dos décadas, el entonces presidente de APCAS viajó a los Estados Unidos, concretamente a la Florida, donde le invitaron a conocer el trabajo del seguro y de los Peritos de Seguros con relación a los recurrentes huracanes que azotan este estado en temporadas que ocupan ni más ni menos que 6 meses al año. Se sorprendió al conocer que el trabajo de los Peritos empezaba antes de la temporada de huracanes, visitando los hogares asegurados, póliza en mano, comprobando el inventario de las preexistencias casa por casa. Una vez pasado el huracán el efecto es obvio: la velocidad de a la que se produce la liquidación de las indemnizaciones es insuperable.

«No se puede entender que mis compañeros, Peritos de Seguros de Daños, me cuenten que es frecuente peritar recurrentemente en las mismas viviendas por daños similares»

Me pregunto si podemos aplicar modelos de trabajo similar en zonas de España sometidas a fenómenos naturales de diferente frecuencia e intensidad, pero recurrentes. No se puede entender que mis compañeros, Peritos de Seguros de Daños, me cuenten que es frecuente peritar recurrentemente en las mismas viviendas por daños similares.

Algo que conocemos por los medios de comunicación desde hace decenios, es que la población japonesa está educada y preparada para actuar en pro de su propia seguridad, en caso de terremoto, dada la frecuencia de dichos eventos en su país. Me pregunto igualmente si no es posible preparar y educar a nuestra población afectada recurrentemente por el fenómeno de la DANA para actuar salvaguardando ante todo de la vida frente a los daños materiales, en caso de eventos climáticos severos.

Una vez ocurrida la catástrofe natural, con la capacidad operativa del Consorcio de Compensación de Seguros completamente superada por la magnitud de la catástrofe, se recurre a la colaboración con el seguro privado a través de la firma del memorando de colaboración para agilizar la gestión y pago de las indemnizaciones a los afectados por la DANA, completado para su aplicación práctica por el Procedimiento Operativo Especial de Colaboración con el Consorcio de Compensación de Seguros por parte de UNESPA y las entidades aseguradoras. La maquinaria del seguro se pone en marcha con la finalidad de agilizar al máximo las indemnizaciones-objetivo fundamental del Ministerio de Economía- lo que implica sin duda la necesidad de movilizar un gran número de Perito de Seguros, con los que no se ha coordinado.

«Una vez ocurrida la catástrofe natural es cuando la Pericia Aseguradora, cuyos profesionales son invisibles el resto del tiempo, cobra una gran importancia ante la necesidad de su función»

Es entonces cuando la Pericia Aseguradora, cuyos profesionales son invisibles el resto del tiempo, cobra una gran importancia ante la necesidad de su función. La desproporción tan enorme de los daños de esta última DANA frente a las catástrofes naturales anteriores ha puesto aún mas de manifiesto una situación que lleva larvándose muchos años.

Vehículos siniestrados por la DNA en Valencia

La necesidad repentina de un número ingente de profesionales, con relación a una profesión muy minoritaria, como es la de Peritos de Seguros, pone de relieve la -me van permitir el término- catastrófica situación de la profesión por falta de atención a la misma por parte de las Administraciones públicas como del sector asegurador, que hace que la pérdida progresiva de los márgenes de la actividad obligue, pese al aumento de la productividad pericial, a que para su sostenibilidad económica tengan que ocupar el 100 % de su tiempo disponible de trabajo.

La realidad de la situación es que, a la vez que se precisan más de un millar de Peritos de Seguros, unos 1.600 según la primera estimación, fundamentalmente de Autos y de Daños en Valencia, en el resto del territorio nacional, los Peritos de Seguros tienen que seguir afrontando los siniestros habituales (que les ocupaban el 100 % de su tiempo disponible de trabajo) que les son encargados por las entidades aseguradoras y en menor medida por los asegurados.

«La urgencia de la necesidad de la actuación pericial traslada la presión a los propios gabinetes periciales, quienes se ven en muchos casos en la obligación de aceptar el desplazamiento a la llamada Zona 0, sin conocer en la mayoría de los casos, las condiciones de los trabajos»

La urgencia de la necesidad de la actuación pericial, sin embargo, traslada la presión de dicha necesidad a los propios gabinetes periciales, de todos los tamaños, quienes se ven en muchos casos en la obligación de aceptar el desplazamiento a la llamada Zona 0, sin conocer en la mayoría de los casos, las condiciones de los trabajos. Y es en este momento cuando se visibiliza el problema del que APCAS hace tiempo viene alertando: la evidente escasez de Peritos de Seguros, cuyo número de profesionales va en claro y visible declive, unido a un declive constante de la sostenibilidad económica de su actividad.

¿De dónde procede esta escasez de profesionales? Pues en nuestro análisis, está relacionada con varios factores:

  • Es una profesión que requiere de una formación específica continuada, privada, asumida por el profesional.
  • Es una profesión que requiere una implicación y un sacrificio personal importante.
  • Además, la profesión no goza de un reconocimiento social, ni siquiera en el entorno de la industria aseguradora que, como señalaba ha invisibilizado de forma progresiva a sus colaboradores, especialmente a los relacionados con la gestión y resolución del siniestro.
  • Junto a esto, los honorarios son hoy en día claramente deficientes, combinación que hace a la profesión muy poco atractiva para nuevos profesionales.
  • La cultura de las nuevas generaciones está alejada de profesiones que no dejan tiempo para el ocio, la conciliación, la actividad física, etc.

En estas condiciones se pide a profesionales y gabinetes que acepten la actividad con relación a los daños de la DANA y actúen con prontitud, pero para ello, previamente a desplazarse a la zona afectada, deben reorganizar completamente su trabajo habitual para poder realizar este trabajo extraordinario, lo que implica en muchos casos reorganizar sus gabinetes periciales, independientemente de su tamaño, contratar nuevos profesionales, con la dificultad que esto supone actualmente por la cada vez mayor escasez de Peritos de Seguros, y de nuevo personal administrativo para poder asumir esta extraordinaria carga de trabajo, lo cual agrava aún más la sostenibilidad de su actividad.

Implica, además, buscar alojamiento a precios y distancias razonables de la zona asignada, teniendo en cuenta que en varios kilómetros a la redonda no hay establecimientos operando en los que poder alojarse, e igualmente, prever y organizar la manutención, dada la carencia de restaurantes o cualquier establecimiento de hostelería y comercios en la Zona 0.

⁠Aparte del desplazamiento hasta la Comunidad Valenciana desde sus lugares de origen, tienen que realizar el desplazamiento diario a los puntos asignado para peritar, con las dificultades de circulación existentes (calzadas dañadas, atascos, imposibilidad de entrar en determinadas poblaciones con el vehículo particular, etc.)

Una calle de la localidad de Catarroja afectada por la DANA de 2024

Y no hay que olvidar la necesidad de proporcionar de los Peritos de Seguros que hacen el trabajo de campo, de equipos de protección personal suficientes, dado lo insalubre y peligroso de las condiciones. APCAS informa que ha dotado a sus socios de una guía de protección personal para afrontar las condiciones higiénico sanitarias de la Zona 0.

De todo lo anterior no hemos visto reconocimiento por parte del sector asegurador en estos dos meses y medio de trabajo intenso.

Ciertamente, la capacidad de organización de los grandes gabinetes periciales permite dar este soporte logístico a los profesionales vinculados con los mismos, sin que por ello deje de representar una dificultad añadida, que o es en gran medida lo es más para muchos otros profesionales, que no cuentan con este soporte.

A lo anterior se suma que muchos profesionales que están actuando en los daños de la DANA, no saben aún siquiera, qué honorarios van a percibir por su trabajo.

«Ni hay número suficiente de Peritos de Seguros para atender en las condiciones mínimas exigibles los siniestros, ni la estructura actual del mercado y de la profesión van a permitir que esto ocurra, si no cambian radicalmente las condiciones»

La primera conclusión con relación a la necesidad del peritaje tras una catástrofe de estas dimensiones es tremenda: ni hay número suficiente de Peritos de Seguros para atender en las condiciones mínimas exigibles los siniestros, ni la estructura actual del mercado y de la profesión van a permitir que esto ocurra si no cambian radicalmente las condiciones, por mucho que lo firmen en un documento los organismos públicos que sean, con el Seguro privado.

Están llegando informaciones con relación a que hay peritos actuando en la DANA que no acaban de entender cuál es su labor en la catástrofe natural, diferenciada claramente en algunos aspectos de la labor cotidiana de los Peritos de Seguros de daños cuando actúan ellos actúan habitualmente en siniestros de particulares asegurados en entidades privadas.

Esta situación pone de relieve la importancia fundamental de la formación pericial, que es la segunda conclusión que se saca en un momento de emergencia en el que hay una necesidad perentoria de profesionales de la Pericia Aseguradora, y que pone de relieve que un Perito de Seguros no se forma en una mañana, y que no hay suficientes técnicos con formación pericial y menos aún para los riesgos consorciables, aunque no se dediquen habitualmente a la pericia aseguradora, que puedan reforzar los equipos de Peritos de Seguros en casos de grandes catástrofes.

«Un Perito de Seguros no se forma en una mañana: no hay suficientes técnicos con formación pericial y menos aún para los riesgos consorciables, aunque no se dediquen habitualmente a la pericia aseguradora, que puedan reforzar los equipos de Peritos de Seguros en casos de grandes catástrofes»

No debemos olvidar que parte de esa formación no es sola o puramente técnica. Los Peritos de Seguros que actúan en una catástrofe natural debe contar con un extraordinario grado de empatía en el trato con los perjudicados, dada la situación por la que atraviesan los afectados en unas condiciones psicológicas muy delicadas tras una experiencia muy traumática.

Hay que tener en cuenta que muchas personas afectadas necesitan, no solo tramitar sus indemnizaciones del Seguro y las ayudas públicas, sino igualmente tener un desahogo personal, ser escuchadas y ser tranquilizadas, algunos profesionales tienen que tratar en esta situación con personas que no solo han perdido sus bienes, sino que también han perdido familiares y amigos, ante lo cual el Perito de Seguros, en este ejercicio extremo de empatía, debe escuchar, reconfortar y tranquilizar a los afectados, además de peritar.

Imagen de las consecuencias de la DANA que afectó a la provincia de Valencia (España)

 

Lo anterior pone de relieve otra negativa faceta de la realidad del mercado de la Pericia Aseguradora, que es la degradación de las condiciones de trabajo por las cadenas de subcontratación sucesiva, que produce unos efectos altamente nocivos como son las disminución de la calidad del trabajo final, en definitiva, de las peritaciones, disipan la responsabilidad sobre el trabajo, ocultando a sus verdaderos autores y aminoran los honorarios reales que cobran los profesionales que realmente hacen el trabajo.

«Ser Perito de Seguros va más allá de ser una profesión; es una responsabilidad ante los ciudadanos. La responsabilidad de aportar claridad en tiempos de incertidumbre, equidad en momentos de disputa y orientación cuando más se necesita»

La última cuestión a la que me voy a referir es la enorme importancia de una correcta digitalización del tratamiento y gestión del siniestro, que, a día de hoy, por increíble que parezca, es absolutamente deficiente.

La urgencia en la solicitud a TIREA de generar una solución informática tras la firma de los acuerdos entre UNESPA y el Ministerio de Economía y Consorcio de Compensación de Seguros, ponen claramente de relieve esta carencia, que no hubiera existido si el Estándar de Intercambio de Información entre los Aseguradores y los Peritos de Seguros (EIAP), que APCAS viene reclamado infructuosamente, estuviera en marcha con una mayoría de sistemas informáticos adaptados al estándar y no levara cinco años acumulando polvo tras su definición, por cierto en un trabajo conjunto dirigido por TIREA.

Ser Perito de Seguros va más allá de ser una profesión; es una responsabilidad ante los ciudadanos. La responsabilidad de aportar claridad en tiempos de incertidumbre, equidad en momentos de disputa y orientación cuando más se necesita. Como peritos, somos el puente entre quienes sufren pérdidas y daños y quienes han adquirido el compromiso de compensarlos justamente. Nuestro trabajo exige no solo conocimientos técnicos, sino también empatía, integridad y un compromiso inquebrantable con la verdad.

«Garantizar la existencia de la profesión de Peritos de Seguros en las condiciones operativas óptimas debería estar contemplado como un elemento esencial en un plan estratégico nacional ante las catástrofes»

La conclusión de conjunto nos parece evidente: la exigencia de una profesión con un elevado nivel de formación, con una digitalización a la altura de las necesidades y una capacidad de respuesta ante los retos del cambio climático, sobrepasa evidentemente los límites de las necesidades del seguro privado y, como se ha visto, del público. Si me lo permiten y, sin riesgo alguno de caer en ninguna hipérbole, garantizar la existencia de la profesión de Peritos de Seguros en las condiciones operativas óptimas debería estar contemplado como un elemento esencial en un plan estratégico nacional ante las catástrofes.

→ Esta tribuna se publicó originalmente en la web de INESE.

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